Saturday, January 06, 2007

AVIVADO VEGUERO

Se enciende el escaparate discapacitado
hacia el margen izquierdo de la mesa,
la lengua hace ya tiempo que su saliva es cigarro,
y mi corazón, se resbala en la promesa
cual oleaje de humo que peina al viento,
ese poso de café en exagerada nicotina
en garganta de alquitrán en el borrador del paraíso
y el semáforo, empieza a dar su luz roja.
En el cristal de sus ojos, una cárcel de mono
alojado en el mapa de tu cerebro
especie de animal imberbe emparedado;
autopista infranqueable de infinitos deváneos mentales
el epiléptico recuerdo, es el ángel de la ceniza
un papel que se limpia con la fumarola,
un sabor que abraza el laberinto de sus hojas
y expurgado desciende, en el cenicero de su mundo.
La realidad artificial del cosmopolita
de entierra pipas de paz en gritos de cánceres,
espiral de borradas caladas
que envidian los besos en la boquilla de la nada.
Boquilla enarbolada en la ninfa del mordisco suave
en el espacio de su burbuja de humo;
la transparencia, raspadura de su atractivo,
y el fuego, su mecha que enciende el escaparate,
anclas de pájaros de aire
paredes que gorjean su mal,
molidas, en el devaneo de sus virutas,
al expirarse en un tranquilo cenicero.





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